Competitividad logística

La competitividad ha sido un tema recurrente a nivel global por lo menos en las últimas tres décadas, tiempo en el cual las empresas han invertido una buena cantidad de recursos en aras de elevarla frente a los desafíos de los mercados. Muchos elementos que antes se consideraban como diferenciadores o estratégicos en la meta por la atracción de los consumidores, como el caso de la calidad de los productos o el tiempo de entrega, ahora se consideran como estándares en la industria y más aún dentro de la práctica logística.
Para alcanzar los objetivos planteados, las empresas deben efectuar sus actividades y operaciones en un entorno facilitador de los intercambios tanto en los ámbitos locales como de manera especial en los mercados externos a cada país. En ese sentido, la calidad de los servicios logísticos nacionales resultan determinantes primero, para formar parte de las naciones capaces de efectuar intercambios comerciales a nivel mundial y después, para mantener un alto nivel de competitividad dentro de este selecto club.
De nada servirían los esfuerzos realizados en la promoción y firma de tratados internacionales, si estos no están respaldados por un eficiente desempeño del país en materia de competitividad logística. Sobre el particular, el Banco Mundial, la OCDE y el Foro Económico Mundial, -entre otros organismos internacionales preocupados por el tema de la eficiencia logística y la adecuada capacidad de respuesta de los países, sus instituciones y sus empresas-, han establecido una serie de indicadores de desempeño para evaluar el comportamiento anual sobre el tema.
México desde su inserción al GATT, a mediados de los años 80, inició una serie de esfuerzos en sus programas de inversión en infraestructura con el propósito de expandirla y mejorar su capacidad y calidad. En el mismo orden de ideas, se buscó también modificar el esquema tradicional utilizado para la construcción de las grandes obras de conectividad con fondos públicos y su administración por parte del Estado, para dar paso a la inversión privada a través de diversos esquemas de participación y concesionamiento.
Lo anterior ha permitido el desarrollo de obras como autopistas de altas especificaciones y terminales portuarias especializadas de primer nivel así como la modernización del sistema ferroviario y de las instalaciones aeroportuarias. Las obras y los servicios donde participa el capital privado, se concesionan para su operación a los inversionistas que hayan resultado ganadores en un proceso de licitación abierta, los cuales tienen la expectativa de recuperar su inversión y obtener utilidades dentro del periodo preestablecido, en cada caso.
Durante el tiempo que dura la concesión, el gobierno percibe una participación de los ingresos del concesionario y al finalizar el plazo de concesionamiento, todos los activos y el negocio en marcha, pasan a favor de la nación, la cual en todo momento permanece como legítima propietaria de los bienes concesionados.
A 30 años de haberse adoptado este modelo con sus necesarias adecuaciones a lo largo de ese tiempo, el país ha logrado mejorar sustantivamente la calidad, cobertura, eficiencia y operación de la infraestructura nacional de conectividad logística. Por otra parte, ante el crecimiento de los intercambios comerciales desde entonces, las autoridades han debido modernizar servicios e instalaciones como las aduanas, las cuales resultan claves para facilitar el ingreso y salida de insumos y productos de nuestro país.
Del mismo modo, los procesos de revisión y certificación en el despacho aduanero se han agilitado mediante la automatización y el establecimiento de modernos sistemas computarizados, como es el caso del VUCEM (Ventanilla Única del Comercio Exterior Mexicano) donde mediante el registro, por una sola vez, de todos los datos relativos a las partes interesadas y la mercancía objeto de trámites de comercio exterior, las diversas dependencias que participan en el proceso, así como otros actores involucrados, obtienen la información de la misma fuente y mantienen en todo momento, el seguimiento de los envíos.
No obstante estos avances, en el concierto internacional el desempeño logístico de la infraestructura y los servicios logísticos nacionales, debe contrastarse contra el que alcanzan otros países, especialmente aquellos que son nuestros socios comerciales. En ese sentido, organismos como el Banco Mundial, han establecido un indicador conocido como el IDL (Índice de Desempeño Logístico) en el cual se involucran una serie de factores como son, entre otros: la agilidad y facilitación aduanera, la calidad de la infraestructura comercial, el precio de los envíos internacionales, la competencia y las habilidades en materia logística, la posibilidad de efectuar rastreos y seguimiento de los intercambios y la frecuencia con que los embarques llegan a tiempo a su destino.
En la más reciente evaluación del Banco Mundial, relativa al periodo 2016-2017 denominada “Conectarse para Competir”, se publicó el IDL que en esencia busca reflejar la eficiencia de las naciones englobando las distintas actividades que implican el colocar los bienes del comercio internacional desde su origen hasta el destino establecido, en cada caso.
México alcanzó el sitio 51 entre un total de 167 naciones evaluadas bajo estos parámetros, superando el nivel 54 obtenido dos años antes. Si bien el país apenas está regresando al nivel que en algún momento había obtenido en el pasado, para después descender durante algunos bienios, es importante tomar en cuenta que en el comparativo influye también el avance de los demás países contra los que se compite.
En el IDL comentado, nuestro país obtuvo por rubros, el lugar 53 en eficiencia aduanera, el 57 en calidad de la infraestructura, el sitio 51 en el precio de los embarques, el lugar 52 en materia de competencia y habilidad logística, mientras que en el rastreo y seguimiento se obtuvo el 62 y en el tiempo de traslado de origen a destino el 49, siendo este último factor el mejor posicionado.
Lo anterior debe ser considerado tanto por las instituciones oficiales como por todos los actores privados como áreas de oportunidad para enfocarnos en superar los lugares alcanzados a fin de asegurar nuestra participación y por qué no, lograr niveles de liderazgo dentro de la economía mundial en el futuro cercano.
Escrito por: Sergio García