Logística

Geopolítica y la cadena de suministro

En la segunda década del siglo XXI, el mundo empezó a registrar un crecimiento sostenido de sus economías, una vez que fue superada la crisis motivada por el colapso financiero surgido en los Estados Unidos en 2008, lo que llevó a que el mundo se hundiera en una recesión económica sin igual. Hacia finales del 2009, el Producto Interno Bruto (PIB) mundial se contrajo 1.68%, en Estados Unidos 2.78% y el PIB de México 4.70%, de acuerdo con datos del Banco Mundial.

A partir del 2010 y hasta finales del año 2019, se observó un importante crecimiento del comercio internacional, que incluso fue superior al incremento en la producción de los países en su conjunto. Lo anterior, gracias a la expansión continuada del fenómeno de la globalización, con cada vez una mayor apertura e interconexión entre las diferentes economías nacionales. Dicho crecimiento fue posible debido a diversos factores del comercio exterior, entre los que se contaron la importante disminución de las barreras aduaneras y la homologación de los productos hacia las características y especificaciones técnicas requeridas para el intercambio de bienes y mercancías, lo que permitió superar diversos obstáculos.

En el terreno logístico se acusó una significativa mejora en la calidad y prestación de los servicios de transporte de carga en sus diferentes modalidades, con una notable organización de sus diversos sistemas y la consolidación de su infraestructura de conectividad, lo que también influyó en el abaratamiento de los fletes y costos asociados, favoreciendo al comercio. El acelerado desarrollo de las telecomunicaciones permitió, por una parte, la realización de transacciones de compra-venta en línea y el seguimiento de la trazabilidad de los embarques, al tiempo que facilitó las operaciones financieras con aceptables niveles de seguridad en el ciberespacio, contribuyendo a la consolidación de las finanzas internacionales.

Otros elementos importantes en ese escenario, fueron el incremento de la seguridad legal en numerosos países, con una más decidida protección de la propiedad, de las marcas registradas y de los derechos de autor. Por lo que hace a los consumidores, se logró influir en la homogeneización de sus gustos y costumbres a nivel planetario, lo que facilitó en gran medida las exportaciones de productos estandarizados. A todo ello, se sumaron el decidido apoyo de numerosos países a las inversiones extranjeras en la búsqueda de nuevos mercados y ventajas competitivas, así como el impulso a las inversiones internacionales con una cultura empresarial e intercambio del conocimiento generado, que influyó positivamente en la formación de ejecutivos y su internacionalización.

Todo lo anterior, se llevó a cabo en un entorno de estabilidad política y económica planetaria, que, si bien no estuvo exento de algunos conflictos regionales, logró transitar prácticamente sin exabruptos hasta inicios del año 2020.

En ese fatídico año, que seguramente el mundo nunca olvidará, se intensificó el ya famoso Coronavirus surgido hacia finales del 2019 en una pequeña provincia de China, cuyo alto nivel de contagio y rápida expansión, afectó de manera severa todo ese andamiaje de sistemas de producción e intercambio comercial construido durante al menos tres décadas, golpeando la parte más sensible de todo el planeta: la salud humana. Durante los siguientes dos años, la economía internacional ha acusado una severa reducción en todos sus indicadores colapsando a las cadenas de suministro con una profunda herida en el comercio de todo el orbe.

Durante ese periodo se han evidenciado, por una parte, las debilidades del sistema comercial internacional y sus cadenas de suministro, altamente dependientes de algunas pocas fuentes de suministro focalizadas en la región de Asia-Pacífico, así como la fragilidad del comercio por la ruptura de los ciclos de reposicionamiento de contenedores, la inestabilidad política y la crítica situación financiera internacional. Hoy, casi por finalizar el año 2022, el escenario mundial acusa una enorme incertidumbre tanto de corto y mediano plazos, cuyos acontecimientos seguramente marcarán el futuro de la humanidad en los años por venir. En efecto, el planeta vive momentos preocupantes en diversos frentes geopolíticos que están impactando a las cadenas de suministro globales, en renglones sensibles como el costo, el tiempo de los ciclos de transporte y la disponibilidad de proveedores, cuyos nocivos efectos, seguramente se intensificarán en los meses por venir.

Conflicto comercial e industrial entre China y Los Estados Unidos. Los actuales conflictos comerciales entre China y los Estados Unidos que datan de 2018, cuando el expresidente Trump lanzó una campaña en contra de China acusándola de prácticas desleales de comercio, robo de propiedad intelectual y una forzada transferencia de tecnología estadounidense hacia el país asiático, que entre otros efectos, han elevado los precios para los consumidores, han traído complicaciones a agricultores y fabricantes estadounidenses, han provocado la inestabilidad en las bolsas de valores y han impactado de manera negativa los indicadores y expectativas del crecimiento económico y de actividad manufacturera de China, algo no visto en décadas.

Guerra Rusia-Ucrania. En otro frente, la guerra declarada por Rusia contra Ucrania, en su afán expansionista, ha venido a complicar también las cadenas de suministro en renglones sensibles como son el abasto de granos alimenticios, la disponibilidad de materias primas y energéticos y, la libre operación de diversas rutas marítimas. Los efectos inmediatos se evidencian en el incremento de las cotizaciones internacionales de productos, mercancías y servicios de transporte. Otros impactos indirectos son las restricciones para las operaciones productivas de empresas rusas en occidente y un ambiente altamente hostil que amenaza con extenderse a otras regiones del planeta, potenciado por las actitudes bélicas de Corea del Norte y el efecto China, cuya reciente consolidación de su régimen político totalitario por tercer periodo consecutivo, no arroja buenas señales en la estabilidad política mundial.

Nuevos brotes de COVID-19 en China. Reportes recientes registran la aparición de nuevos brotes de la epidemia en China (país de origen del virus), desde su pico más alto alcanzado en abril pasado, lo que ha obligado al cierre de puertos, industrias y ciudades enteras confinadas de manera absoluta, lo que, de persistir, impactaría sensiblemente los flujos de comercio exterior de ese país con efectos nocivos para la industria y el consumo mundial, así como en las perspectivas de crecimiento para la economía de China en los años venideros.

El fenómeno de la migración. Otro de los flagelos de nuestro tiempo, cuya intensidad se ha magnificado desde la pandemia y la presencia de conflictos bélicos y políticos, es el de la migración de grandes grupos humanos que buscan mejores condiciones de vida y expectativas laborales en otros países, distintos del suyo. Entre otros flujos, se registra la salida masiva de ucranianos hacia otros países de Europa quienes huyen de la guerra con Rusia. Las caravanas de migrantes procedentes de Centroamérica, el Caribe y Sudamérica quienes en busca del “sueño americano”, no dudan en dirigirse hacia los Estados Unidos, atravesando principalmente el territorio mexicano y los flujos de africanos hacia distintos países de Europa, quienes buscan alejarse de los conflictos intestinos de diversas naciones del continente que han desembocado en golpes de estado y sangrientas revoluciones, con impactos negativos en sus economías, el poder adquisitivo y la generación de empleos.

Perspectivas económicas mundiales para 2023. En este accidentado entorno, el fenómeno de la inflación se suma a las disminuciones del consumo, de la confianza de los consumidores y de la actividad productiva, cuya presencia ha venido impactando a las tasas de interés con incrementos históricos en buena parte de las principales economías del planeta, lo que además encarece el crédito y reduce las expectativas de crecimiento en los Estados Unidos, China y la Zona Euro.

Con todo ello, las previsiones del Banco Mundial son en el sentido de que el mundo está avanzando hacia una recesión en 2023 con una serie de crisis financieras en los mercados emergentes y en las economías en desarrrollo que les podría causar daños duraderos, al decir de los analistas de la institución. En el lado positivo de la ecuación, algunos países como México, se sitúan como alternativas viables para la relocalización de industrias proveedoras para la economía estadounidense, así como para la maquila de bienes de consumo final, orientados hacia los principales mercados mundiales. No obstante, si la sombra de la recesión persiste, las grandes economías consumidoras también reduciran sus flujos de importación con impactos negativos para los países productores y sus cadenas de suministro.

Escrito por Sergio García