Importación de maíz ¿Amenaza o control?

El maíz es considerado el cultivo más representativo de México dada su importancia económica, social y cultural, pero, además, por ser un elemento central en la seguridad alimentaria de nuestro país. El consumo per cápita anual de este cereal es de 196.4 kg de maíz blanco, a partir del cual se producen alimentos como la harina, el atole, pan, tamales, tortillas, cereales, alcoholes industriales, entre otros; y que a su vez representa el 20.9% del gasto total en alimentos realizado por las familias mexicanas.
En México, la producción de maíz hasta el año 2019, fue de más de 27 millones de toneladas, del cual el 60% de esta proviene de agricultores de pequeña y mediana escala con predios de hasta 20 hectáreas. En el mismo sentido, Sinaloa el país líder productor y a nivel mundial nosotros ocupamos el 7mo lugar en la producción de dicho cereal.
Ahora bien, aunque históricamente México es el centro de origen del maíz como cultivo, hoy en día no cuenta con seguridad alimentaria, ya que no puede producir suficiente maíz para alimentar a su población. Cuando hablamos de seguridad alimentaria nos referimos al tener alimentos disponibles, las posibilidades para adquirirlo y un buen abasto de este producto.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, en inglés), un país debe ser capaz de producir al menos 75 por ciento de los alimentos que consume para dar seguridad alimentaria a su población, y en el caso de México, cubrió con producción nacional solo el 65 por ciento de la demanda de maíz para consumo humano y pecuario.
En consecuencia de lo anterior, durante las últimas decádas, México ha realizado grandes volumenes de importaciones de maíz con el propósito de satisfacer la demanda interna de este producto básico, creando una dependencia de granos básicos. Las importaciones de granos y oleaginosas al mes de mayo de 2021 tienen un record de 16.7 millones de toneladas, misma que representa un alza de 13.6% contra las que se importaron durante el mismo lapso del año 2020.
De acuerdo con el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA), de enero a marzo pasado el pago por las importaciones de este grano ascendió a mil 69 millones de dólares, cuando un año antes fue de 653 millones de dólares. Dicho aumento es consecuencia de una combinación entre el elevado precio internacional del maíz[1], el cual ha alcanzado máximos históricos y de una menor producción en México, aún más notoria de 2019 para acá.
La disminución en la producción se debe al descenso del 12.5% en la cosecha del grano en Sinaloa en el ciclo otoño-invierno 2019/20, luego de que la sequía en el 2019 afectara el almacenamiento de agua en las presas de la entidad, y en consecuencia redujera el área de siembra en 8% anual, a 450,000 hectáreas. Por otro lado, el cultivo del maíz padece también, a la falta de acceso a mejores opciones contra las plagas: plagas de insectos, incluyendo el gusano cogollero, el gusano elotero y el gusano trozador, destruyen los cultivos de maíz a menos que los agricultores apliquen cantidades enormes de insecticida; que se estima que estos insectos destruyen, por lo menos, el 10% de la producción de maíz.
Sin embargo, no sólo el nivel de importaciones, en su mayoría desde Estados Unidos, representan un peligro para la producción mexicana de maíz. La modificación genética de las semillas; la falta de infraestructura para almacenar grano y agua; la pérdida de los nutrientes del suelo debido a prácticas de siembra nocivas, así como el desinterés del gobierno en el sector primario y falta de presupuesto para el campo, son los principales retos que, de acuerdo con productores y expertos en la materia, enfrenta este alimento, pilar de la dieta mexicana.
Cuando el maíz escasea, su precio sube y para los productores los costos de producción se elevan, por lo tanto, el precio al consumidor es mayor, lo cual afecta a la economía de los hogares mexicanos. Ante este contexto, la Secretaría de Economía y el gobierno federal buscan la manera de garantizar el abasto de este producto a la población y pone en marcha diferentes mecanismos para mitigar su precio a favor del consumidor.
Ante el importante incremento en el nivel del precio de los alimentos a nivel mundial, una de las medidas más importantes es la exención del pago de aranceles a las importaciones de maíz proveniente de otras partes del mundo e incluso la determinación de algún cupo que permita importar mayor cantidad de maíz y de esa manera abrir el mercado con la finalidad de que exista mayor competencia y los precios de algunos productos como la tortilla, puedan equilibrarse.
No obstante lo anterior, los productores de dicho grano insisten en otro tipo de herramientas que puedan ayudar al campo más que a la apertura de las importaciones, ya que se presiona el precio interno del grano y encarece el del consumo nacional, dejando también a los productores, con menores ganancias y menor inversión para su cultivo.
Finalmente y aunque pareciera únicamente un tema de control para el equilibrio de los precios a través de la importación de maíz a fin de abastecer el consumo nacional y garantizar una seguridad alimentaria; también representa una amenaza para los productores del mismo, que aún y cuando son de los sectores más importantes para la administración del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, no se ha hecho lo necesario para reactivar y producir lo esperado para nuestro consumo.
Escrito por Libertad Rivera
[1] Desde abril de 2020 a abril del 2021, el precio del grano se ha incrementado 131 dólares, aumento de 105 por ciento.