Incertidumbre, el signo actual de la logística a nivel mundial.

En lo que va del presente siglo, hemos sido testigos de 4 acontecimientos relevantes en términos de su impacto en la economía mundial. El primero de ellos acaeció en el año 2001 con el ataque a las torres gemelas de Nueva York, hecho que vino a transformar las relaciones comerciales y de intercambio de bienes a nivel global, impactando también el transporte internacional de carga y pasajeros, con la adopción de medidas restrictivas y de control, con el objetivo de reducir los riesgos de ataques terroristas. Se tomaron múltiples medidas para la revisión de embarques incrementando la trazabilidad de los productos, desde los puntos de origen a los de destino y se establecieron múltiples filtros para el traslado aéreo de personas tanto en vuelos internacionales como domésticos.
El segundo acontecimiento, sucedido en 2009, fue la crisis del mercado inmobiliario en los Estados Unidos, situación que muchos analistas económicos de la época calificaron como un efecto y no la causa de la debacle, ya que encontraron sus raíces en una serie de medidas erráticas de las autoridades financieras y de regulación de mercados de ese país, que finalmente desembocaron en una situación de emergencia económica a nivel global. En ese año en nuestro país, además, se detectó también la presencia del brote de la denominada Influenza A (H1N1) -cuya declaratoria cumplirá 13 años el próximo 29 de abril- lo que mantuvo en vilo al país, paralizando todas las actividades colectivas y presenciales durante algunos meses, para después transitar con diversos efectos hasta el mes de septiembre de 2010, cuando se declaró superada. Los efectos en la economía no se hicieron esperar y tanto a nivel mundial como en nuestro país, se tuvo un profundo impacto en el consumo y en el crecimiento, afectando nuevamente las relaciones logísticas a nivel global.
El tercer evento, iniciado a principios del año 2020, ha sido la aparición de la pandemia del COVID-19 que vino a modificar todas las relaciones humanas, comerciales, sociales y logísticas en todo el planeta. La baja en la demanda que estamos observando a poco más de 2 años de la aparición del brote en China, debido la abrupta detención de la economía a nivel mundial, tendrá consecuencias inevitables en un horizonte no menor a 5 años, a juicio de los especialistas, donde todas las capacidades construidas a lo largo de los últimos 50 años en materia de transporte, almacenamiento, distribución, control del comercio exterior y puntos de venta finales, estarán más que sobradas para el tamaño de la actividad económica que sobreviva a la crisis sanitaria. Esto se agudizará en la medida que las economías de Estados Unidos y de China, demoren en salir de la crisis, debido a la enorme dependencia económica mundial de esos mercados.
Noticias recientes también nos han hecho voltear nuevamente al territorio chino, ya que la Comisión Nacional de Salud de aquel país, detectó hace unas semanas un nuevo brote de la variante Omicron del virus del COVID-19, lo que ha obligado a cerrar todas las actividades en las provincias de Shenzhen, conocido como el centro tecnológico del sur y de Shanghái, esta última con una población aproximada de 25 millones de habitantes y cuyos contagios ya superaron los 20 mil casos diarios, cantidad por encima de las cifras registradas por la provincia de Wuhan donde hace poco más de 2 años tuvo lugar el primer brote registrado del virus original. Lo anterior a disparado las alarmas a nivel mundial, ya que Shanghái es la región con mayor consumo de China, además de albergar al puerto marítimo más importante de todo el planeta en el movimiento de contenedores, cuyos ritmos de transporte se han visto afectados desde el primer brote con la “crisis de los contenedores” cuya falta de disponibilidad a nivel mundial -por la ruptura de los ciclos de cargadura de estas cajas-, ha elevado el precio de los fletes a niveles nunca antes vistos, impactando a todos los modos de transporte.
Por si nos faltara poco, el cuarto evento de nuestra lista es la reciente invasión de Rusia a Ucrania, que, con independencia de sus perniciosos efectos entre la población de ese país, ha venido a introducirnos en una economía de guerra, ante la reacción del mundo occidental frente al conflicto y el papel estratégico de Rusia en el abastecimiento de petróleo y gas, principalmente hacia países de Europa. En todo ello, también resulta de un importante peso, la decisión del gobierno chino frente al conflicto y los impactos que esto puede acarrear en el abastecimiento mundial de insumos, materias primas y productos terminados, dada la relevancia de China como alto consumidor de hidrocarburos y su no tan clara política respecto a su apoyo a Rusia.
Los dos últimos eventos relatados, han impactado fuertemente no sólo a las cadenas de suministro mundiales, ya que la producción, las relaciones logísticas y el costo del transporte han sufrido una profunda disrupción con una preocupante tendencia alcista en el nivel de los fletes, problemas de suministro de materias primas, escases de chips como componente vital de muchos productos, incertidumbre en cuanto a los equilibrios económicos y fuertes oscilaciones en el precio del petróleo y los combustibles, sino que, además, han profundizado la pobreza, han motivado el cierre de muchos negocios grandes, medianos y pequeños con la consecuente pérdida de empleos y del poder adquisitivo de la población mundial, lo que en general, han significado un retroceso en todas las economías y sus perspectivas de crecimiento, con el regreso incluso de un viejo fantasma: la inflación.
En este complejo panorama las empresas a nivel mundial deben enfrentar condiciones no vistas desde la segunda guerra mundial, por una parte ante la incertidumbre del curso que tomará la invasión a Ucrania, las decisiones políticas de China respecto del conflicto y sus propios problemas sanitarios, así como, por la otra, las estrategias que adoptará Estados Unidos y del resto de las naciones occidentales agrupadas en la OTAN, respecto de sanciones económicas sobre Rusia que necesariamente afectarán los delicados equilibrios en la situación actual de los mercados, la disponibilidad de combustibles y sobre todo la de alimentos, especialmente de graneles agrícolas.
En ese sentido, los indicadores económicos bajo los cuales la industria mundial establece sus pronósticos y proyecciones sobre el comportamiento de la demanda en escenarios de corto, mediano y largo plazo, hoy son inexistentes, o en el mejor de los casos, muestran una profunda debilidad, ya que cualquier acontecimiento en términos de la salud mundial, los conflictos bélicos e incluso un componente tan frágil como el cambio climático, puede influir en el entorno global de una manera radical.
Ante este escenario, los principales factores que deberán considerar los negocios a nivel planetario son:
-Pronósticos de la demanda. Deberán contener un profundo análisis de los distintos factores que pueden afectar el consumo, en sus distintas ramas, ante el cambio de prioridades de los consumidores afectados por la pandemia, los conflictos armados y el cambio climático. En ese sentido será necesario plantearse diversos escenarios a fin de estar preparados.
-Disponibilidad de materias primas y alimentos. Este es uno de los factores de mayor peso en las condiciones actuales del mercado y la economía, ya que, sus niveles de oferta, necesariamente impactará los precios de los productos finales y los satisfactores primarios para la población.
-Cotización internacional de los principales commodities. Entre los principales referentes para la planeación de la actividad económica, están los precios de productos como el petróleo, los combustibles, los graneles agrícolas, los minerales, los metales y una variedad de insumos y productos que se intercambian a nivel global, y cuyo costo se establece en las denominadas “bolsas” especializadas, donde su volatilidad, responde a los factores de oferta y demanda del mercado y que, en caso de cualquier factor sensible (salud, acciones bélicas y emergencias climáticas, entre otros) se ven fuertemente impactados.
-Oferta de los diferentes modos de transporte y estimaciones de los fletes. Este elemento es de suma importancia en la logística global ya que, dependiendo de la capacidad, disponibilidad, accesibilidad y costo de los distintos modos y de sus combinaciones intermodales, se determinará el tiempo de respuesta ante los requerimientos de la demanda. Desde los eventos de septiembre de 2001, esta industria ha debido adaptarse a los distintos cambios en los protocolos de la seguridad mundial, ya sea por actos terroristas, crisis económicas, pandemias y conflictos armados.
-Flujos de migración de personas desde los países más afectados hacia regiones con mejores perspectivas. Este fenómeno que forma parte de la historia de la humanidad, ha tenido en los últimos tiempos sus mayores expresiones, como son los flujos humanos provenientes de África para alcanzar refugio en Europa; los de Centroamérica y otros países hacia el sueño americano que representan los Estados Unidos y ahora, los flujos migratorios motivados por la guerra que afectan a países del este de Europa y que seguramente, de agudizarse el conflicto, repercutirán en diversos países del orbe.
-Reubicación de la planta productiva mundial. Ante los problemas que enfrenta la economía china para su recuperación postpandemia y su posición política ante el conflicto ruso-ucraniano, existe la enorme posibilidad de que la industria occidental, busque posicionar a países del sudeste asiático y economías emergentes como Brasil, India y posiblemente México, como maquiladores y proveedores de los insumos, materiales y componentes que se requieren para mantener en funcionamiento la maquinaria productiva planetaria.
El comportamiento de estos factores, transformará los paradigmas actuales en la oferta de servicios logísticos y de transporte globales. En fin, que lo único seguro en estos tiempos, es la incertidumbre.
Escrito por Sergio García