Nuevos retos logísticos en la Industria farmacéutica

En todos los países en mayor o menor medida, estamos ante la realidad de la existencia del COVID 19, que en cifras globales indican a la fecha, más de 6 millones de casos activos provocados por esta pandemia y cerca de 700 mil decesos. Las medidas de prevención contra los contagios, iniciando con encierros masivos de la población, han afectado a prácticamente todas las economías, especialmente en los renglones de producción y consecuentemente de consumo. No obstante, ciertos sectores no sólo no han reducido sus actividades, sino que, por el contrario, han tenido que adoptar medidas extraordinarias para poder hacer frente a los nuevos retos, en su carácter de actividades prioritarias.
En ese sentido se encuentra entre otros, las ramas de alimentos, las de productos farmacéuticos y los artículos de aseo personal, así como aquellos sectores que estaban preparados de manera madura para el comercio digital, como son tiendas departamentales y sitios de venta en línea, como el caso de Amazon. El incremento del denominado e-commerce, ha generado presiones adicionales a la capacidad instalada de todas las empresas dentro de los sectores mencionados, repercutiendo en sus capacidades logísticas para atender la creciente demanda de entregas a domicilio.
El caso particular de la cadena de suministro de la industria farmacéutica se hizo evidente con las necesidades de abastecimiento de diversos productos médicos para la protección del personal de hospitales, así como de sus pacientes. Los primeros embates fueron contra los inventarios de artículos como guantes, cubre bocas, batas, gorros, botas de lona y gel antibacterial con alto contenido de alcohol etílico. De ahí que fue necesario replantear las políticas de reabastecimiento, fabricación y distribución de los productos mencionados, así como de aparatos e instrumental médico.
La volatilidad del mercado, el incremento de precios y diversas operaciones carentes de ética, marcaron las transacciones en el entorno de los suministros de materiales y equipamiento médico. En ese contexto, se sumaron múltiples nuevos jugadores en la adquisición, lanzamiento y distribución de estos productos, ocasionando afectaciones a la industria tradicional y en la disponibilidad de servicios logísticos. El negocio muestra por una parte un auge inusitado y en la otra cara, la lucha de los establecimientos médicos de todos los niveles para adquirir materiales y equipos para la protección de médicos, enfermeras, paramédicos y personal de apoyo y limpieza, enfrentando serios obstáculos e inconvenientes generados por el comercio no regulado.
Por el lado de la protección y seguridad de los pacientes infectados en nuestro país, fueron evidentes los temas de escasez de insumos, medicamentos, instrumental y hasta la venta fraudulenta y a sobreprecio de equipos especializados como son los ventiladores de respiración asistida para intubar a enfermos en estado crítico. Los requerimientos extraordinarios se dieron tanto en las instituciones de asistencia hospitalaria pública, como en la privada. Otro de los temas ha sido la disponibilidad de reactivos para realizar las pruebas de contagio en los seres humanos, las cuales, por sus características y efectividad en el diagnóstico, de dividen en virales (indica si se tiene la infección) y en prueba de anticuerpos (registra si se tuvo la infección en pacientes asintomáticos). Sobre el particular, las autoridades sanitarias han puesto el énfasis en el control de estas pruebas, ya que, ante la creciente necesidad, aparecieron en el mercado diversos productos de dudosa efectividad.
Ahora la industria farmacéutica, la comunidad científica y los ingenieros biomédicos centran sus esfuerzos y capacidades, para hacer un frente común a la pandemia del COVID-19. Se encuentran enfrascados en los tres temas fundamentales de la pandemia: vacunas probadas para prevenir el contagio; pruebas rápidas y eficientes para su detección y, tratamientos a base de medicamentos existentes y de nuevos desarrollos, para atender el padecimiento en sus distintas fases. A lo anterior se suma el diseño, fabricación y distribución de nuevos aparatos como los respiradores mecánicos, conocidos comúnmente como ventiladores, para la aplicación de terapias intensivas a pacientes en estado crítico.
Por lado de las vacunas -la medida que mayor esperanzas y expectativas ha generado- se tienen en fase de pruebas masivas en humanos, alrededor de 10 desarrollos en distintos países que, de ser exitosos, implicarían la inoculación de un universo cercano al 70% de la población mundial total, con el propósito de generar la inmunidad y disminuir la propagación del virus. En ese sentido, los retos logísticos son múltiples: por una parte, garantizar el abastecimiento de insumos para la elaboración masiva de las vacunas, pasando por la ampliación de las capacidades de manufactura con procesos a escala industrial, hasta llegar a la preparación de las cadenas de suministro, a fin de dotarlas de las condiciones necesarias para manejar en el menor tiempo posible, los flujos de producción y hacerlos llegar en tiempo y forma, hasta los últimos rincones del planeta, desde los laboratorios productores.
Esto último implica, entre otros aspectos, desarrollos de envases y embalajes adecuados con etiquetado dinámico para su correcta identificación y fecha de caducidad; capacidades de almacenaje de conservación; observancia irrestricta de la cadena de frío durante todo el trayecto de origen a destino; identificación completa de cada lote y producto en cuanto a su origen, almacenaje, transporte, distribución y protocolos de entrega y, en el caso de la logística inversa, su confinamiento y destrucción adecuadas. Todas estas prácticas deberán ser ejecutadas, además, dentro de un entorno altamente controlado con sistemas informáticos y de rastreo satelital, que garanticen la trazabilidad, su transporte seguro y el control en todas las etapas del producto desde su fabricación hasta la entrega final, apoyados con estrategias y tácticas eficaces de seguridad física, que eviten desviaciones, sustracciones y el robo de estos elementos tan sensibles para la salud humana.
Adicionalmente, se tienen las preocupaciones de los expertos nacionales en salud pública, por el acumulamiento que puede presentarse de parte de los países productores de vacunas, para dar prioridad a sus connacionales, antes de ofrecer excedentes al mejor postor. Lo que también puede generar conflictos a nivel mundial en un tema de extrema delicadeza. Sin embargo, para que pueda alcanzarse un nivel de inocuidad mundial, los científicos afirman que es imprescindible que se genere un movimiento ordenado con intervención de asociaciones público-privadas que proporcionen vacunas a los países en desarrollo, con lo que se garantice la continuidad del comercio mundial, la reactivación del consumo y la recuperación de los flujos de turistas de manera segura en todo el orbe. Como lo ha expresado Seth Berkley CEO de GAVI -una asociación público-privada orientada a este tipo de asistencia-, en una entrevista al periódico Washington Post: “Este es un problema global, que demanda una solución global”
La solución sin lugar a dudas descansará en una nueva reconfiguración y resiliencia de las cadenas de suministro privadas, obligadas no solo a optimizar tiempos y costos, sino también a revisar sus prioridades y a integrar factores como la seguridad tanto en sus operaciones como en el resguardo de la mercancía. Lo cual contrasta con el papel de los actores públicos en este tema, tal como lo señala Felipe Manchón, Consultor especialista en Plataformas y Estrategias Logísticas, Transporte y Territorio: “la logística pública, que gestiona infraestructuras, fiscalizaciones y regulaciones, no ha seguido ese mismo rumbo. Es cierto que ningún gobierno del mundo está preparado para hacer frente a una crisis de esta dimensión, especialmente cuando la “curva de afectados” empieza a ponerse vertical. Pero también se está poniendo de manifiesto la importancia crítica de la gestión logística pública, de la necesidad de prevenir cuando ello sea posible, y en su capacidad de dirigir la reacción cuando la situación empeore”.
En ese sentido el profesional argumenta que la logística pública adolece, en general, de muchas limitaciones. Está excesivamente sectorizada y frecuentemente muy burocratizada. Atiende exclusivamente a “procedimientos” en muchos casos, a regulaciones, sin una visión de conjunto, sin una implicación por la eficacia y resultados. La logística pública no tiene casi experiencia acumulada en crisis; sí en logística de catástrofes, pero en ámbitos y momentos muy puntuales, y no fácilmente extrapolable para la pandemia actual. Incluso el sector de logística militar, actor imprescindible como “profesionales de crisis”, no parece estar totalmente preparado específicamente para un fenómeno de estas características.
Aunque parezca obvio, es necesario sentar el principio de la necesidad de implantar un modelo de gestión logística de crisis público-privado, de “gobernanza colaborativa”, de relaciones horizontales bajo la imprescindible dirección pública, evitando enfrentamientos y burocracias, en el que el sector público articule tanto los recursos propios como las ayudas necesarias privadas, aplicando prácticas como la previsión y resolución de los cuellos de botella. Y el sector privado a su vez, ha de presentar y resolver, desde una óptica no corporativista, sus necesidades, y ofrecer sus recursos y capacidades incluyendo la de sus mejores profesionales, a la resolución del abastecimiento.
Escrito por Sergio García