Logística

Transporte Terrestre de Carga, elementos clave para su futuro desarrollo

Recién cumplimos un año de la aparición del primer brote del COVID-19 en nuestro país y hemos observado en ese lapso, todas las afectaciones sufridas en los órdenes humano, económico, sanitario, laboral y financiero. La pandemia vino a cambiar radicalmente nuestro modo de vida y modificó sustantivamente muchas de las actividades productivas del país y en especial, a la del transporte de carga. Las primeras manifestaciones negativas en el transporte, se generaron en los puertos marítimos como puntos de ingreso y salida de las mercaderías de comercio exterior y de las embarcaciones, en las cuales viajaban numerosos tripulantes de distintos países y de manera particular, tuvo su mayor impacto en la región asiática donde se originó el virus.

La ruptura de las cadenas de suministro internacionales provocadas por el brote de la enfermedad, repercutió de manera casi inmediata en los flujos de insumos, materias primas y productos terminados que entran y salen de nuestro país y cuyos volúmenes descendieron de manera dramática, en los primeros meses de la pandemia. El cierre de fábricas, almacenes, tiendas departamentales y numerosos negocios clasificados como “no esenciales” provocaron un marcado descenso en los ritmos de mercancías transportadas que se había venido observando por muchos años y que en ese fatídico 2020, rompieron todos los paradigmas a los que estábamos acostumbrados. 

El transporte terrestre, al igual que las otras modalidades, tuvieron que reinventarse ante el cambio en la forma de comercialización y entrega de productos, ahora directamente a los consumidores mediante los servicios de paquetería y los de “última milla”. Por estas transformaciones, muchas empresas que paradójicamente empezaron a tener una mayor demanda, se vieron en la necesidad de contratar nuevos espacios de almacén, reestructurar sus rutas y ampliar sus servicios de entrega final.

Ahora que han pasado 12 meses desde entonces y con la experiencia acumulada, el transporte enfrenta aún un panorama incierto, mientras no se regrese a una “nueva normalidad” que todavía desconocemos. No obstante, muchas empresas y el sector en general, identifica ahora un par de tendencias que previsiblemente permanecerán por largo tiempo en el escenario: el empleo de la tecnología y la sustentabilidad de las operaciones. Ambas van de la mano y su alcance apenas comienza a verse en el horizonte.

Avances en la tecnología. Tal comocomentábamos en otro artículo de esta misma columna sobre los aspectos relevantes de los adelantos tecnológicos aplicables a las cadenas de suministro, ahora nos enfocaremos a su importante implementación en el transporte terrestre. Las primeras manifestaciones que se esperan surjan en esta nueva época, son las referidas a la automatización de los vehículos de transporte y las relacionadas con la autonomía de los procesos.

Muy pronto aparecerán en nuestras carreteras los vehículos eléctricos equipados ahora con modernos dispositivos de proceso de datos, imágenes, voz e información generada por todos los componentes de los camiones, incluida la mercancía transportada en consonancia con los avances sobre el internet de las cosas (IoT). Los sistemas de conducción se volverán más predecibles y autónomos ante una creciente falta de conductores capacitados, que ya la industria acusaba desde hace varios años y que ahora, probablemente, tenderá a agudizarse. Las unidades inteligentes incluirán el monitoreo en tiempo real de todos sus sistemas mecánicos, eléctricos, de suspensión, frenado y rodamiento entre otros. Los semirremolques entre diversas aplicaciones, podrán registrar el tonelaje y volumen transportado, sugerirán la distribución de la carga y controlarán el ambiente interior en humedad y temperatura para cargas perecederas y sensibles.

La utilización de los datos recopilados de los clientes (conocido como Big Data) servirán para efectuar recomendaciones puntuales a los usuarios, sugerir cursos de acción especializados y mantener la trazabilidad de las mercancías en tiempo real. Por otra parte, diversas aplicaciones de la llamada Inteligencia Artificial (IA) servirán entre otros aspectos para:

-Atender los pronósticos de las condiciones meteorológicas y las variaciones durante la ruta, a fin de decidir cursos de acción como la pernocta en un lugar seguro o cambiar el derrotero original, para llegar a destino con menor riesgo.

-Control remoto de la velocidad de operación de los vehículos, con un monitoreo constante para detectar picos o rebases no deseados.

-Sugerencias de rutas alternativas a fin de evitar congestionamientos de tránsito o zonas conflictivas como accidentes, manifestaciones o bloqueos a las vialidades.

-Reducción de accidentes mediante sensores de proximidad o de conducción errática, debido a situaciones de fatiga o de disminución de la visibilidad.

-Identificación de riesgos potenciales en las rutas como inundaciones, incendios forestales, derrumbes o cualquier otro incidente probable o en curso, que permita alertar en tiempo real a los conductores.

-Monitoreo de la operación de los distintos sistemas de los vehículos, a fin de detectar fallas de funcionamiento como calentamientos de motor y frenos, baja presión de neumáticos, desgaste de componentes y fatiga de materiales, entre otros.

-Ajustes automáticos de calibración de componentes de inyección y combustión que permitan la reducción de emisiones nocivas o contaminantes a la atmósfera.

-Optimizar el consumo de combustibles o la carga disponible de baterías en vehículos eléctricos, con el propósito de ahorrar costos.

-En otro orden de ideas, estarían las unidades de reparto de última milla con conducción autónoma, apoyados con el uso de drones, para realizar entregas en sitios de complicada accesibilidad.

Acciones para la sustentabilidad de las operaciones. Una de las mayores preocupaciones a nivel mundial son las manifestaciones cotidianas del cambio climático que pueden afectar ciudades enteras e incluso causar muertes o la quiebra de empresas, como el reciente caso de la compañía suministradora de la electricidad en el sur de Texas, que actualmente está en bancarrota como producto de los excesivos costos que hubo de enfrentar por el congelamiento de los ductos transportadores de gas natural, debido a las tormentas invernales atípicas que se presentaron en la región. Ni qué decir de los estragos ocasionados a múltiples organizaciones productivas y al propio transporte terrestre por el cierre de fronteras y carreteras.

Debido a ello, es imprescindible tomar conciencia sobre el cuidado del medio ambiente con la creación de cadenas de suministro sostenibles y resilientes que sean capaces, por una parte, de incidir en la baja emisión de contaminantes a la atmósfera y por la otra, en la decidida reducción de la huella de carbono.  Así mismo, dichas cadenas donde interactúa el transporte terrestre, deben ser resilientes a fin de que puedan enfrentar con éxito situaciones inesperadas, como sucedió con la pandemia de COVID-19.

Desde hace varios años, tal como lo señala el World Business Forum (WOBI) las empresas de todo el mundo han empezado a darse cuenta del impacto que el clima global tiene en sus organizaciones, tanto en las grandes como en las pequeñas. En un esfuerzo continuo por revertir gran parte del daño causado a nuestro planeta, las organizaciones han adoptado estrategias y métodos sostenibles que, poco a poco, han mejorado el valor de la vida y los negocios. En ese sentido, entre las distintas medidas que se proponen para la industria y el transporte se pueden identificar las siguientes:

-Un mayor uso de materiales para empaque y embalaje con características ecológicas que garanticen su biodegradabilidad, que sean compostables, que puedan reutilizarse y en el menor de los casos, que sea factible reciclarlos.

-Una adecuada planeación de rutas y entregas que permitan la optimización de cargas de las unidades, atendiendo a su capacidad, cobertura y radio de acción, a fin de aprovechar mejor el diseño de derroteros de reparto.

-Por parte de los gobiernos, las aportaciones serían en el sentido de una mejora sustantiva en el diseño, construcción y mantenimiento de las vías generales de comunicación como carreteras interurbanas, vialidades metropolitanas y libramientos en las grandes ciudades y, 

-Un mayor uso de soluciones de transporte, apoyadas en vehículos ecológicos.

En fin, que en pocos años deberemos de registrar estas importantes modificaciones y el uso generalizado de los recursos tecnológicos, en aras de mejorar el rendimiento y desempeño del transporte en todas sus modalidades, atendiendo a los principios de una sostenibilidad duradera.

Escrito por Sergio García